Crítica: SALVAJE

La línea que separa a un ciudadano enfadado y hastiado de la sociedad de un asesino psicópata es el principal problema de una película que cuenta con un gran escaparate: Russell Crowe. Por lo demás, podríamos estar perfectamente ante un thriller de serie B . Esta semana hemos visto: SALVAJE.

Unhinged está dirigida por Derrick Borte, quien nos mete en la piel de una madre despistada (Caren Pistorius), quien en poco más de cinco minutos pierde la confianza de su hijo y también la de su mejor clienta, lo que la lleva a quedarse sin trabajo. En esas que espera parada en un semáforo y le da por pitar al que estaba delante. Ese alguien no es otro que un hombre que acaba de cometer un acto despreciable y, por ende, acaba persiguiendo a la mujer para enseñarle a pedir perdón como es debido. Como veis, no es algo que no se haya hecho nunca, pues hemos visto a Tarantino dirigiendo Death Proof en algo similar (aunque nada que ver).

La principal atracción de la cinta no es otra que la participación de Russell Crowe, quien se ha comido a Russell Crowe para interpretar el papel de un psicópata zampabollos imponente que se come hasta la pantalla. Sin él la película habría pasado por los cines sin pena ni gloria, cosa que hará igualmente. El guion no es nada del otro mundo, y en él hay agujeros más grandes que los donuts que ha digerido el bueno de Crowe. Eso sí, hay persecuciones, accidentes y bastante artificio que os hará pasar un buen rato, aunque a nivel general la cosa prometía bastante más de lo que ofrece.

En definitiva, SALVAJE es una gran interpretación de Russell Crowe que hace lo que puede para que la película no naufrague, y aun así lo hace. El principal proflema es que su personaje no ha tenido un mal día y tiene "Un día de furia", como en la película de Michael Douglas, sino que es directamente un psicópata dispuesto a acabar con todo lo que se cruce en su camino. No os recomiendo verla a menos que ya hayáis visto todo lo interesante que hay en cartelera.