Drama romático-lacrimógeno que ya hemos visto mil y una veces en otras películas y que, sin embargo, suele tener tirón vete a saber por qué. Chica conoce a chico, se enamoran y una noticia impactante y dramática sacudirá sus vidas, aunque lo afrontarán juntos. Esta semana hemos visto: PARA TODA LA VIDA.
All my life está dirigida por Marc Meyers, quien se inspira en una historia real, es decir, que se inventa todo lo que sucede salvando tres o cuatro cosas de poca importancia. El caso es que Jenn (Jessica Rothe) conoce a Sol (Harry Shum Jr.) y emprenden una relación muy bonita y romántica en la que no existen pedos ni discusiones que puedan poner a prueba su gran amor. Eso hasta que llega el momento realmente duro e inesperado, pues él sufre un cáncer terminal y todo el mundo a su alrededor se volcará para que logren tener una boda de nivel, creando un crowfunding.
En PARA TODA LA VIDA podemos entender que hay azúcar a raudales, conversaciones llenas de pastosidad y sensiblería que hará que los más emotivos vomiten flores de todos los colores. Sin embargo, para estas navidades se precia tener una película de este nivel para poder valorar las pequeñas cosas de la vida, que al final son las personas que nos rodean y las cosas que podemos hacer con ellos, ahora más que nunca. En cualquier caso, Jessica Rothe y Harry Shum Jr., se pierden entre frases romanticonas y no acabo de ver ese feeling que debería en una historia de amor como esta.
En
definitiva, PARA TODA LA VIDA no es una película original, ni mucho menos. Un guion manido, dos caras bonitas y la vida perfecta hasta que algo malo sucede y los personajes comienzan a valorar lo que realmente es importante. ¿Es necesario verlo para darnos cuenta de eso? Si es así, podéis echarle un vistazo. Si estáis hartos de dramas románticos que siempre acaban igual y tienden a intentar la lágrima fácil, descartadla de inmediato.



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