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domingo, 18 de octubre de 2020

Crítica: AKELARRE

Las brujas siempre han estado muy presentes en el cine español, en canciones, leyendas y cuentos populares del País Vasco y de la zona del norte, por lo general. Película de corte interesante, con una buena fotografía e intriga que no gustará a todo el mundo, pero que no por ello es menos disfrutable. Esta semana hemos visto: AKELARRE.

AKELARRE está dirigida por Pablo Agüero y nos sitúa en el País Vasco el año 1609. Un pueblo pequeño cuyos hombres se han echado a la mar y, por tanto, han dejado a las mujeres allí. Un grupo de jóvenes, encabezadas por Ana (Amaia Aberasturi) verán cómo un juez (Àlex Brendemühl) y su séquito (Daniel Fanego), las mandará detener acusándolas de brujería en nombre del Rey. Con intención de purificarlas, es decir, hacerlas arder en la hoguera, antes intentará obtener respuestas, tortura mediante, sobre el Sabbath, la ceremonia mágica en la que se invoca al Diablo y este se aparea con las brujas.
AKELARRE es una película que vuela y se nos hace corta. En sus primeros compases quizás cueste hacerse a ella, pero de mitad hacia adelante la cosa mejora, y lo hace mediante una gran fotografía, trabajo que realza la belleza y la tensión de las imágenes, de unos primeros planos oscuros y un ambiente decadente muy propio de aquella época. Las brujas, comandandas por una Amaia Aberasturi hechizante, tratarán por todos los medios de convencer al juez de que no son brujas. Sin embargo, la suerte ya está echada, aunque tienen todavía muchas cosas que decir.
En definitiva, AKELARRE es una película que posiblemente no guste a todo el mundo, y no porque sea aburrida o no interese, puesto que no es el caso, pero a mucha gente quizás no le diga demasiado, o pensará que no le han contado algo interesante. El caso es que tanto fotografía como banda sonora, y por supuesto el reparto, están a la altura de una buena película que, al menos a mí, me ha embrujado con su arte y sus ritos, sobre todo de cara al final de la película. No os la perdáis.

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